Edmond Boissier, De Los Alpes A Sierra Nevada (1837)





            La botánica española, que habĂ­a brillado durante la segunda mitad del XVIII, iniciĂł su decadencia con la sĂşbita muerte de Cavanilles (1745-1804). Tras la Guerra del FrancĂ©s le sucediĂł, en 1815, como Director del JardĂ­n Botánico de Madrid Mariano Lagasca (1766 a 1839), un muy buen botánico, pero que con el desgobierno de comienzos de siglo, y forzado a exiliarse en Londres entre 1822 y 1834, poco pudo hacer. Y asĂ­, en conjunto, hacia finales del primer tercio del siglo XIX, el conocimiento de la flora española continuaba siendo precario. Tan sĂłlo habĂ­a una obra con pretensiones de abarcar todo el territorio, la Flora española de Joseph Quer (1695-1764), conceptual y formalmente prelinneana, publicada entre 1762 y 1784 y con las especies ordenadas alfabĂ©ticamente, lo que la hacĂ­a poco práctica. Algunos autores, sin embargo, habĂ­an completado lo que se podrĂ­an llamar catálogos regionales: Pehr Löfling de Madrid (1758), Ignacio de Asso de AragĂłn (1779 a 1784) y George Bentham los Pirineos orientales y centrales (1826) aunque centrado sobre todo en la vertiente francesa. Pero AndalucĂ­a estaba olvidada desde el punto de vista botánico. A pesar de las exploraciones de JosĂ© Demetrio RodrĂ­guez (1780-1846) y SimĂłn de Rojas Clemente (1777-1827), o de las correrĂ­as como mĂ©dico del ejĂ©rcito del mismo Lagasca, lo que se habĂ­a publicado era poco, y la mayor parte correspondĂ­a a algunos "extranjeros benemĂ©ritos" que habĂ­an espigado aquĂ­ y allá: Bory de Saint-Vincent (1778-1846), Philipp Salzmann (1781-1851) o Philip Barker Webb (1793-1854). Este Ăşltimo, hacia los años 30, era uno de los mejores conocedores de la flora española, y fue Ă©l quien recomendĂł a un joven botánico ginebrino a quien habĂ­a conocido en ParĂ­s, y que estaba interesado en viajar al Mediterráneo para estudiar su flora, que se dirige hacia AndalucĂ­a y especialmente a Sierra Nevada. Generosamente, Webb le cediĂł tambiĂ©n numerosas recolecciones de sus plantas ibĂ©ricas, muchas aĂşn por estudiar.



 
Retrato de Edmond Boissier hacia los 65 años
           Edmond Boissier (1810-1885) pertenecĂ­a a una prominente estirpe ginebrina. La rama paterna eran banqueros y terratenientes, protestantes de origen parisino, que se habĂ­an instalado en la ciudad huyendo de las persecuciones religiosas. La rama materna eran mĂ©dicos y cientĂ­ficos ginebrinos, tambiĂ©n protestantes. El abuelo era un mĂ©dico afamado que habĂ­a estudiado en Montpellier, donde habĂ­a seguido los cursos de botánica de Antoine Gouan (1733-1821). Él, desde muy joven, mostrĂł una clara vocaciĂłn por las ciencias naturales y la botánica en particular y, en Ginebra, estudiĂł con A.P. de Candolle (1778-1841), uno de los principales botánicos del siglo. Con 27 años, ya tenĂ­a suficiente experiencia en la montaña y era un buen conocedor de la flora de los Alpes. Y con los consejos de Webb y el apoyo de De Candolle, preparĂł una expediciĂłn para explorar la flora de las montañas de AndalucĂ­a.



            El año 1837, acompañado por un domĂ©stico, David Ravey, viajan desde Marsella a Valencia en barco y, desde allĂ­, continĂşan en laĂşd hasta Motril donde, ya por tierra, visitan Málaga, Estepona, Ronda, Gibraltar y vuelta a Málaga, Granada y ya de camino hacia Suiza por Málaga, Cádiz, Sevilla, CĂłrdoba, Madrid, Zaragoza y paso de los Pirineos por Canfranc. El Voyage botanique..., el resultado de este viaje, se publicĂł en fascĂ­culos a lo largo de seis años. La obra está dividida en dos volĂşmenes. En el primero aparece un relato bastante detallado del viaje, con las vicisitudes y vivencias, pueblos y ciudades, monumentos y, sobre todo, la geografĂ­a del territorio y sus gentes, pero sin perder nunca de vista las plantas y el paisaje vegetal. En el segundo, ya estrictamente taxonĂłmico, describe 2.015 vegetales, más de 200 nuevos para la ciencia de su tiempo (incluye tambiĂ©n musgos y lĂ­quenes) "du Royaume de Grenade", la actual AndalucĂ­a. Todo acompañado con 208 láminas de plantas hechas sobre planchas de cobre y pintadas parcialmente a mano.



 
La estrella de las nieves de la Sierra, descrita per Boissier como Plantago nivalis
           El relato del viaje es más o menos cronolĂłgico y describe sus itinerarios, tanto en el campo como por las ciudades, y las peripecias en que se encuentra. Sus reseñas del paisaje, tanto desde el punto de vista geográfico como vegetal demuestran una gran capacidad de observaciĂłn. TambiĂ©n es patente una considerable empatĂ­a con las personas con las que se relaciona, tanto si son los personajes ilustrados a quienes recurre y que le ayudan generosamente y aquĂ­ cabe resaltar a Felix Haenseler (1766-1841) y Pablo Prolongo (1806-1885 ) en Málaga y Pedro del Campo (1800-1880) en Granada, como si son los pastores y campesinos con los que se trata y convive a veces.



            A lo largo del libro nos cuenta las vivencias, anĂ©cdotas e impresiones de España y los españoles. Los pueblos marineros catalanes, Valencia, Málaga, una corrida de toros en Ronda, Gibraltar, Granada y la Alhambra, Cádiz y Madrid tienen capĂ­tulos dedicados, pero las plantas y el paisaje de las sierras andaluzas son omnipresentes en las descripciones. Historias sobre pastores, bandidos, partidas carlistas y nacionales, peleas y venganzas aparecen intercaladas por toda la narraciĂłn, aunque el protagonismo absoluto corresponde a las sierras andaluzas: Mijares, Sierra Bermeja, Sierra Tejeda, Sierra de las Nieves pero, sobre todo, Sierra Nevada , donde sube varias veces y que recorre a fondo. Todo el libro rezuma admiraciĂłn por la gente y los paisajes, pero a la vez tambiĂ©n critica la violencia, el partidismo y la burocracia. En todo caso, el autor nos ofrece una mirada fresca, entusiasta y generosa sobre el sur de España en 1837 en un libro entretenido y de buen leer, aunque para un no botánico quizás las plantas tienen excesivo protagonismo.



 

Dibujo de Prolongoa pectinata Boiss. en el Voyage botanique. Boissier dedicó el género al botánico y farmacéutico malagueño Pablo Prolongo, que le ayudó mucho con su conocimiento de la flora de las montañas de la provincia y lo acompaño al campo alguna vez.
           La obra, desde el punto de vista botánico, es fundamental por lo que representa de conocimiento primordial de la flora de las montañas de AndalucĂ­a, ricas en endemismos y que muy pocos botánicos antes de Ă©l habĂ­an explorado, y siempre de una forma muy superficial. Pero no sĂłlo se interesa por la taxonomĂ­a, sino que siguiendo la lĂ­nea de Albrecht von Haller (1708-1777), que ya habĂ­a indicado los patrones de distribuciĂłn altitudinal de las plantas en los Alpes y que A. Humboldt (1769- 1859) habĂ­a detallado y dibujado magistralmente para el Chimborazo, lo aplica en las montañas de AndalucĂ­a, en el que es el primer estudio de este tipo en la PenĂ­nsula [aunque parece que en los manuscritos inĂ©ditos de SimĂłn de Rojas Clemente sobre AndalucĂ­a ya se establecĂ­a una zonaciĂłn altitudinal del paisaje andaluz]. El de AndalucĂ­a serĂ­a el primero de sus recorridos por el Mediterráneo, que a lo largo de la vida lo llevarĂ­an desde Portugal hasta TurquĂ­a y que hicieron que a finales del siglo XIX fuera considerado uno de los mejores fitogeografos de su tiempo. Boissier regresĂł a España varias veces parece ser que unas nueve, a menudo en compañía del tambiĂ©n botánico George Reuter (1805-1872). En uno de estos viajes, cuando retornaban de Tánger, su esposa, Lucile Butini (1822-1849), muriĂł de fiebres en Granada.



            La recolecciĂłn de Boissier en su primer viaje peninsular fue de unas 1.800 especies y unos 100.000 ejemplares. A lo largo de su vida se dedicĂł a estudiar la flora de todo el Mediterráneo y Oriente prĂłximo. SegĂşn uno de sus primeros biĂłgrafos, H. Christ (1833-1933), llegĂł a describir cerca de 6.000 especies nuevas. Sus fuertes convicciones religiosas siempre le impidieron aceptar la teorĂ­a de la evoluciĂłn y hasta el final de sus dĂ­as considerĂł las especies como creaciĂłn divina, pero a pesar de ello la mayorĂ­a de las especies que describiĂł se continĂşan aceptando actualmente. La botánica española tambiĂ©n le ha de agradecer que rescatara del olvido y probable destrucciĂłn el herbario español de JosĂ© PavĂłn (1754-1844), encontrado en un ático en Madrid bajo un montĂłn de escombros.


            Carlos Pau (1857-1937), nada condescendiente con los botánicos extranjeros que habĂ­an pasado por España a lo largo del siglo XIX, a la hora de calificarlos, dice simplemente de Ă©l: "Boissier, que fuĂ© un Dios".

Edmond Boissier (1839-1845). Voyage botanique dans le midi de l'Espagne pendant l'annĂ©e 1837. Gide et Cie, Paris. 2 vols: 248 p. + 752 p. + 181 lám. [Disponible en Biblioteca digital del RJB] 

Edmond Bossier. Viaje botánico al sur de España durante el año 1837. Fundación Caja de Granada-Universidad de Malaga, Granada. 1995. 496 p. [Corresponde a la traducción al castellano del vol. I, con un estudio preliminar de Manuel Pezzi Ceretto (p. 11-30) y traducción de Françoise Clementi]
 


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