LA PINTURA IMPRESIONISTA




Los pintores adscritos a la corriente impresionista inauguran la que será la primera ruptura pictórica del arte contemporáneo. Su voluntad artística puede ser resumida en un objetivo, en apariencia, poco ambicioso: captar la fugacidad de un instante. El color y, sobre todo, la luz, siempre cambiante, se convierten en el verdadero sujeto de la obra de arte. Los temas, extraídos del entorno inmediato del pintor, carecen de la ampulosa retórica de épocas pasadas, pero el resultado es de una gran sinceridad por su inmediatez y vibrante cromatismo. Los críticos, más atentos casi siempre a complacer el gusto dominante, no fueron capaces de intuir la profunda revolución pictórica que se cernía sobre el arte occidental. Los impresionistas, más un grupo de amigos o conocidos, que un movimiento artísticos fueron, no obstante, conscientes de su ambición y ruptura, aunque cada uno lo fuese a su manera.



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